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Un ¡Aleluya! para Häendel

Hay ocasiones en que algunas obras de arte sobrepasan el ambiente en que se desarrollan, su concepto, su público o su escenario y se erigen en obras maestras que llegan a convertirse en imprescindibles referentes para la sociedad y la cultura de un país, una civilización o incluso alcanza a tener una popularidad y ser reconocidas entre amplios sectores de la población. ¿Quién no ha oído hablar de ellas?

Es el caso de libros como El Quijote, la obra teatral de Shakespeare, la Capilla Sixtina o el David de Miguel Ángel, la Alhambra de Granada, la quinta o novena sinfonías de Beethoven, la música de Mozart o The Beatles, cuadros de Velazquez, Goya o Picasso... Todas tienen en común el hecho de trascender del círculo en que se movieron para llegar a sectores más amplios de la humanidad en los que quedaron como referentes.
En esta entrada te propongo un acercamiento a una de las obras más conocidas de la música universal como es El Mesías de Haëndel (o Händel) y la pieza más conocida de la misma. Vendrá de la mano de un escritor que apareció recientemente en este blog, Stefan Zweig. El Aleluya es una pieza que ha aparecido en multitud de películas, anuncios de televisión y pertenece al imaginario colectivo de la humanidad. ¿Quién no lo ha tarareado o utilizado de modo coloquial como recurso irónico o sarcástico en alguna ocasión?



En su afán de difundir la cultura de nuestro continente por encima de las nacionalidades y particularismos, Stefan Zweig fue un poeta, traductor, pacifista y editor que puso por encima de todas estas facetas su espíritu europeo. Amigo de escritores y traductor de cuantas obras consideró que avanzaban en la unión de la cultura de Europa, a la que dedicó todo su esfuerzo, era un personaje inquieto que se movió por todo el continente dando conferencias, aunando personajes y obras que favorecieran un clima a contracorriente de la situación política y bélica de las primeras décadas del siglo pasado.
Los grandes pensadores, escritores, músicos o cineastas austriacos de la época tenían una cercana amistad con Zweig, quien llegó a ser un escritor enormemente popular en la Austria y Alemania de entreguerras, hasta que huyó tras el auge del nazismo. De su producción literaria destacan El mundo del ayer (Memorias de un europeo), Carta de una desconocida, que fue llevada al cine por Max Olphüs, o Erasmo de Rotterdam: Triunfo y tragedia de un humanista, además de un elevado número de biografías de autores europeos.
En su obra Momentos estelares de la humanidad Zweig recrea, de un modo eminentemente didáctico diversos momentos que para él fueron significativos en la historia y evolución de la civilización occidental, dedicando capítulos a Cicerón, la llegada al Polo Sur, la conquista de Bizancio, la composición de La Marsellesa, el himno nacional francés, o el proceso que se llevó a cabo para unir telefónicamente Europa y América y se propiciara que la primera palabra cruzara el océano Atlántico. En esta obra dedica un capítulo a la composición de El Mesías en el capítulo La resurrección de George Frideric Haëndel, del que traigo un extracto sobre el ensayo general y estreno de la obra. El compositor había sufrido una grave enfermedad, una apoplejía, que le paralizó la parte derecha de su cuerpo y los médicos no daban esperanzas de curación. Su casi milagrosa recuperación le dio ocasión de componer el oratorio que ha quedado en la mente de todos como su gran obra.





De todos los oratorios compuestos, Messiah (El Mesías) de George Frideric Haëndel es, sin duda el más conocido. Fue compuesto en pocos días, entre el 22 de agosto y el 14 de septiembre de 1741 mientras estaba en Dublín invitado por el virrey de Irlanda.
El libreto corrió a cargo de Charles Jennens, quien lo extrajo de la Biblia, en parte del Nuevo y en parte del Viejo Testamento, a la vez que le añadió versos de producción propia. En realidad se trata de un texto que no sigue ningún argumento, pero encierra un drama interior dividido en tres partes. Comienza con el anuncio de la llegada del Mesías, continúa con la Pasión y Resurrección y finaliza con la realización del ideal del Mesías sobre la Tierra: la liberación de la humanidad hacia la luz y la libertad.
Messiah se estrenó el 13 de abril de 1742 en un concierto benéfico en el Music Hall de Dublin, según las crónicas de la época, con un éxito arrollador y la polémica de que un oratorio religioso fuese estrenado en un teatro en vez de un lugar sagrado. En marzo del año siguiente tuvo lugar el estreno en el Covent Garden de Londres, el escenario habitual de Haëndel. A partir de ahí fue llevado a Hamburgo, extendiéndose rápidamente su interpretación por toda Alemania y el mundo.
Una costumbre anglosajona que se ha extendido hace que sea tradicional la representación del oratorio en los días previos a la Navidad con la participación de aficionados en algunos de los coros. Son los Mesías participativos que recorren los distintos escenarios de Europa y América.




La pieza más conocida de este oratorio, una de las más universales de la música de todos los tiempos es el Hallelujah (Aleluya) que se interpreta en todos los lugares como símbolo de acción de gracias.
El tema principal de la melodía aparece en los violines en la introducción, pasando enseguida al coro, que lo entona con una emotiva decisión con el contrapunto de los violines. El coro presenta una frase al unísono con los instrumentos de cuerda, seguida de una fanfarria de timbales y trompetas que acentúan y refuerzan la palabra Aleluya.
Las mujeres invocan al Altísimo, después de lo cual, la orquesta y el coro desarrollan el tema con distintos contrapuntos.
A continuación, los tenores presentan la melodía con intervenciones del coro y la orquesta, seguida de la calma con que se expone un nuevo tema. 
Un segundo tema aparece en forma de fuga, pasando de una voz a otra con el siguiente orden: bajos, tenores, altos y sopranos. Las mujeres entonan la frase King of kings, Lord of lords (Rey de reyes, Señor de los señores), contestada por los Aleluya del resto del coro, los timbales y la orquesta. Comienza una progresión ascendente hasta las notas más agudas.
El final comienza con la orquesta y el coro reafirmando los temas. Los tenores cantan King of kings y el coro contesta con For ever and ever (Por siempre). Un tutti insiste en la idea principal que resuena de forma grandiosa.
Tras un silencio general, todo el coro entona la palabra Aleluya con el impetuoso acompañamiento de la orquesta.




























































Además de escuchar esta pieza es un placer poder cantarla con otras piezas con el resto de miembros de la Coral Municipal de La Palma del Condado junto con la Coral Polifónica de la Hermandad de la Vera-Cruz de Valencina de la Concepción y la Banda Municipal de Música Nuestra Señora del Valle en el tradicional Gran Concierto de Navidad 2016.



En el enlace presenta una interpretación a cargo de The London Symphony Orchestra y The Tenebrae Choir bajo la dirección de Sir Colin Davis que se grabó en 2006.



Si tienes tiempo y deseas escuchar una versión completa de la obra, enlazo con esta interpretación de la orquesta y coro The Sisteen subtitulada en castellano en un concierto participativo que se celebró en el 250 aniversario del fallecimiento de Haëndel.


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2 comentarios:

  1. Me admiran las presentaciones que haces de las obras y el trabajo de documentación que debes llevar a cabo para ellos.
    Un abrazo :-)

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  2. Gracias, Javier. No te creas que hay mucha búsqueda. Normalmente suelo tener la idea general antes de comenzar el trabajo. La búsqueda de información es a la hora de poner detalles y datos concretos. También hay entradas que casi no tengo información previa y hay que buscar mucho para darle sentido a la publicación.
    Un abrazo :-)

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