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Praga Mágica y la eternidad

"Praga no suelta. No nos suelta a nosotros dos. Esta mamaíta tiene garras", escribía Kafka en una de su múltiples cartas. Y es que la ciudad checa no deja indiferente a nadie. 
En esta nueva etapa de #ViajedeOtoño te propongo una visita a Praga, un recorrido desde tu casa con libros y música para conocerla, si aún no la has visitado, o para recordarla, para pasearla con los mismos ojos con que la viste o con una nueva mirada con obras de autores que quizás no conozcas, pero que te la harán inolvidable: Ripellino, Karel Capek y Leos Janacek.



La más completa edición sobre Praga no es obra de un autor checo. Si bien escritores como Franz Kafka, Bohumil Hrabal o los Jaroslav Shafer y Hasek hacen deambular por la capital bohemia sus personajes e historias logrando que la ciudad sea directa o indirectamente un personaje más de las mismas, es un escritor italiano quien publicó la más completa obra sobre la ciudad de Praga.
Angelo Maria Ripellino, catedrático de ruso y experto en lenguas eslavas en la universidad de Roma, se especializó en literatura checa y rusa. En su obra se diluye la literatura crítica con la creativa, borrando las líneas que delimitan una y otra. Intelectual de una cultura desbordante publicó libros de poesía o traducciones, así como ensayos que se han convertido en referentes en su estilo: Maiakovski y el teatro ruso de vanguardia, La literatura como itinerario en lo maravilloso o Ensayo en forma de balada
Admirador de los escritores españoles como Machado, Juan Ramón Jiménez o García Lorca, el hecho de ser alumno del eslavista Ettore Lo Gatto lo inclinó definitivamente hacia las culturas del este europeo. En una de sus estancias en Praga conoció a Elisa Hlochovà con quien se casó y juntos colaboraron en la traducción y estudio de escritores checos.
Su obra Praga Mágica es un denso mosaico, un fresco de la hermosa ciudad checa, una obra erudita, que profundiza en el alma praguense más allá del tópico con sus luces y sombras.




Ripellino, un "loco por Praga", como se definió a sí mismo, realizó una obra enciclopédica, laberíntica como las intrincadas callejuelas del centro de la ciudad, sinuosa por momentos, barroca por su forma y contenido, ingeniosa y brillante. Puede que un tanto deshilachada, acaso por haberse escrito en momentos diversos, con recuerdos desde la distancia. Por la obra pasan las tres culturas que han influido en la ciudad, la checa, la alemana y la judía; los escritores y la literatura que influyeron en el auge cultural de Europa: Jaroslav Hasek de la mano del Valiente soldado Swejk, Franz Kafka y el inquietante mundo interior que ofrece al lector, Rilke, Guillaume Apollinaire, Rainer Maria Rilke, Jan Neruda, Jaroslav Sheifert o Karel Capek, quien aparecerá más adelante en esta visita a Praga.




Karel Capek se inspiró en la búsqueda de la Piedra Filosofal y la pléyade de alquimistas y astrólogos que se acercaron a la corte de Rodolfo II para su obra teatral de 1922 Vec Makropulos (El caso Makropulos). Hieronymus Maropulos, uno de esos alquimistas que poblaban la corte rudolfina, prepara para el rey un poderoso elixir, una bebida que lo mantendrá en la inmortalidad por doscientos o trescientos años. El soberano, temeroso de un envenenamiento, quiere que sea la hija del destilador, una joven de dieciséis años, quien pruebe el bebedizo.
Trescientos años más tarde, a comienzos del siglo XX, Elena Marty, la hija del alquimista se ha convertido en una famosa cantante que ha tenido distintos nombres Elina Makropulos, Ellian MacGregor, Eugenia Móntez, Ekarerina Myskina o Elsa Müller -todas con las siglas E.M.-. Capek nos indica su belleza, una belleza "para volverse loco", pero advierte que es fría como el hielo o como un cuchillo, como si acabara de salir de una tumba. Aún así fascina con un magnetismo que atrae y envuelve a los hombres con los que se encuentra.
En su persistente juventud tiene algo que recuerda a una vieja rejuvenecida: es decadente, con los cabellos amarillentos de caspa, de arrugas estiradas artificialmente, exagerada en su maquillaje, con labios como de cera pintada. Algo inmaterial chirría en ella. Está cansada de la inmortalidad, agotada. La alegría de vivir surge de saber que la vida es breve; si se alarga demasiado produce disgusto, aburrimiento, hastío.


De esta obra, Leos Janacek compuso pocos años después una ópera homónima en tres actos que se desarrolla entre un bufete de abogados, un teatro y la habitación de hotel de la protagonista. Entroncada con la estética del suprarrealismo, se agolpan en escena objetos de la época -teléfonos, un coche-, inmensos anaqueles con expedientes y textos jurídicos. Janacek desarrolló un estilo musical con recuerdos de la música dodecafónica que, sin llegar a utilizar, dio al cromatismo un peso mayor para expresar la tensión y los extraños sucesos. La acción transcurre con rapidez, sin números cerrados -no hay arias, coros o dúos- y en un estilo que mezcla lo recitado con lo cantado. 
El enlace pertenece a la obertura de El caso Makropulos, en una producción del Festival de Ópera de Glyndebourne con la London Philarmonic bajo la dirección de Nikolaus Lehnhoff.


Convertida en una abarrotada marea de turistas, un reguero de visitantes, la Callejuela de Oro se casi levanta junto a la descomunal sombra del Castillo, el onmipresente Hradcany. En ella, tras la larga tradición de inquilinos con matraces a la búsqueda de la Piedra Filosofal, vivió unos meses Franz Kafka.


En El caso Makropulos, Janácek aumentó la fantasmagórica presencia de la Elena Marty, a quien la longevidad ha convertido en vacía, perversa, agresiva, una déspota. Refiriéndose al personaje escribió: "No sabéis lo terrible que es esto, la sensación del hombre de no tener fin. Una total infelicidad. No quiere nada, nada espera". Y más agregó: "Una belleza vieja de trescientos años -y eternamente joven-, pero con los sentimientos quemados. Fría como el hielo..."
Elena Marty acabará como un Golem, otro de los personajes de la mitología praguense. Una vida interminable agota y provoca un deseo de muerte; no hay que perturbar el orden de la existencia: se necesita la presencia de la muerta para que la podamos apreciar la belleza de la vida.

Boceto escenográfico de El caso Makopulos de Roudi Barth para la producción del Teatro Estatal de Wiesbaden de 1961
La escena final de Véc Makropulos nos desvela el secreto de la edad de Elena, la historia de su padres, si vida escondida en diversos países ocultándose con distintos nombres. El documento con el secreto del elixir lo dejó hace cien años en casa de su único y verdadero amor, padre de Gregor y ha venido a recuperarlo para alargar su vida. Más se ha dado cuenta de lo absurda que es y comienza a desistir. Entrega el documento a Krista quien lo arroja al fuego. Es el único modo de que Elena muera aliviada.
La última escena está interpretada por Nadja Michael como Emilia Marty en una producción de la Bayerische Staatsoper de 2014 con la dirección musical de Tomas Hanus.




Pero Praga atrae a quienes la visitan. Su dédalo de callejuelas, las piedras envejecidas, el astronómico reloj de la torre del Ayuntamiento de la Ciudad Vieja son como un imán para quienes visitan la ciudad y quedan irremediablemente prendados de ella. 

Tiene la ciudad un encanto como pocas en el mundo. Finalizamos este viaje a la capital checa con un último texto de Ripellino donde habla de las artes con que Praga atrae a quienes pasan por ella.







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